FORMAS E FIGURAS de innovadora estética foron emerxendo da creatividade do escultor Radu (1962 Santiago de Compostela, Galicia) dende un gran caos matérico de sobras de papeis impresos e cartonaxes arrombados nun curruncho de ningures, até chegaren transformados pola xenialidade da arte a se exhibiren arestora nestes espazos de visión para ofrecérmonos unha variada realidade de suxestivos logros plásticos presente entre o fuxidío resoar do silencio.
Atopámonos, pois, aquí diante nosa cunha variada e orixinal mostra escultórica moi estimábel no seu carácter absolutamente novidoso e conseguida, logo de diversos procesos de tratamento técnico, nunha complexa laboura de preparación dos materiais endurecidos das pezas, utilizados por vez primeira nesta actividade creadora, que foron tomando sorprendentes formas resultantes adoptadas da experiencia plástica do autor e da súa singular inspiración.
Neste senso tense expresado resaltando que durante anos “traballei como deseñador gráfico elixindo papeis e materiais para conseguir as mellores publicacións. Sempre me sentín abraiado polo maleábel e fráxil que son estes materiais e como se converten, despois de tratalos, en elementos fortes e duros permitíndome realizar pezas duradeiras no tempo. O proceso de realización é complexo e de moita paciencia, pero gústame o resultado final, o que para min é fundamental para seguir facéndoas”. Non hai dúbida de que todas estas obras que se nos presentan referidas a un mundo imaxinario de imprecisión figurativa e, en determinadas pezas, dunha suxestiva identidade de esencial aparencia surrealista, nesta exhibición ofrecen unha harmónica visión expositiva da súa diversidade. Case que me atrevería a subliñar que transmiten a novidade dos logros dun signo salvador no medio da actual e reiterada monotonía.
O filósofo Federico Hegel deixou escrito que “revela o artista no obxecto formado polo seu xenio a súa verdadeira personalidade, que debe ser como o foco vivinte onde se forma e desenvolve a obra de arte na súa total natureza, como, en xeral, en todo pensamento e en todo acto da vida, a verdadeira liberdade deixa reinar a forza que constitúe o fondo de todas as cousas”. Nese logro de liberdade creadora o artista estuda e constrúe as figuras e os obxectos dende unha difícil realidade vagamente definida na que o receptor ou observador percibe as formas e actitudes corporais sen unha clara precisión figurativa, porque o escultor prefire destacar o que poderíamos denominar a actitude da xestualidade corporal, e o seu impacto presencial, que deterse nun detallado figurativismo realista, posto que nesta nova modalidade plástica na que traballa, representa unha ruptura estética e materialística con todo o que se veu facendo até a actualidade polos incontábeis camiños percorridos pola arte escultórica.
Esta serie de insólitas pezas, que Radu hoxe está a nos exhibir, abrangue, na súa mistérica variedade aberta á intuición, unha galería de múltiples percepcións para cada unha das persoas visitantes, segundo a súa distinta sensibilidade imaxinativa. É dicir, entre o autor e quen as estea a percibir establécese un diálogo silente dende a contemplación.
SALVADOR GARCÍA-BODAÑO
ANTE LA CONTEMPLACIÓN
FORMAS Y FIGURAS de innovadora estética fueron emergiendo de la creatividad del escultor Radu (1962 Santiago de Compostela, Galicia) desde un gran caos matérico de restos de papeles impresos y cartonajes amontonados en un abandonado rincón de cualquier sitio, hasta llegar, transformados por la genialidad del arte, a exhibirse ahora en estos espacios de visión para ofrecernos una variada realidad de sugestivos logros plásticos presente entre el fugitivo resonar del silencio.
Nos encontramos, pues, aquí ante nosotros con una variada y original muestra escultórica muy estimable en su carácter absolutamente novedoso y conseguida, tras diversos procesos de tratamiento técnico, en una compleja labor de preparación de los materiales endurecidos de las piezas, utilizados por vez primera en esta actividad creadora, que han ido tomando sorprendentes formas resultantes adoptadas de la experiencia plástica del autor y de su singular inspiración.
En este sentido se ha expresado el autor resaltando que durante años “trabajé como diseñador gráfico eligiendo papeles y materiales con el fin de conseguir las mejores publicaciones. Siempre me he sentido asombrado por lo maleables y frágiles que son estos materiales y como se convierten, después de tratarlos, en elementos fuertes y duros permitiéndome realizar piezas duraderas en el tiempo. El proceso de realización es complejo y de mucha paciencia, pero me gusta el resultado final, lo que para mi es fundamental para seguir haciéndolas”. No hay duda de que todas estas obras que se nos presentan referidas a un mundo imaginario de imprecisión figurativa y, en determinadas piezas, de una sugestiva identidad de esencial apariencia surrealista, en esta exhibición ofrecen una harmónica visión expositiva de su diversidad. Casi me atrevería a destacar que transmiten la novedad de los logros de un signo salvador en medio de la actual y reiterada monotonía.
El filósofo Federico Hegel dejó escrito que “revela el artista en el objeto formado por su genio la verdadera personalidad, que debe ser como el foco viviente donde se forma y desenvuelve la obra de arte en su total naturaleza, como, en general, en todo pensamiento y en todo acto de la vida, la verdadera libertad deja reinar la fuerza que constituye el fondo de todas las cosas”. En ese logro de libertad creadora el artista estudia y construye las figuras y los objetos desde una difícil realidad vagamente definida en la que el receptor o observador percibe las formas y actitudes corporales sin una clara precisión figurativa, porque el escultor prefiere destacar lo que podríamos denominar la actitud de la gestualidad corporal, y su impacto presencial, que detenerse en un detallado figurativismo realista, puesto que en esta nueva modalidad plástica en la que trabaja, representa unha ruptura estética y materialística con todo lo que se ha venido haciendo hasta la actualidad por los incontables caminos recorridos por el arte escultórica.
Esta serie de insólitas piezas, que Radu hoy nos está a exhibir, abarca, en su mistérica variedad abierta a la intuición, una galería de múltiples percepciones para cada unha de las personas visitantes, según su distinta sensibilidad imaginativa. Es decir, entre el autor y aquellos que las perciben se establece un diálogo silente desde la contemplación.
SALVADOR GARCÍA-BODAÑO
SALVADOR GARCÍA-BODAÑO
ANTE LA CONTEMPLACIÓN
FORMAS Y FIGURAS de innovadora estética fueron emergiendo de la creatividad del escultor Radu (1962 Santiago de Compostela, Galicia) desde un gran caos matérico de restos de papeles impresos y cartonajes amontonados en un abandonado rincón de cualquier sitio, hasta llegar, transformados por la genialidad del arte, a exhibirse ahora en estos espacios de visión para ofrecernos una variada realidad de sugestivos logros plásticos presente entre el fugitivo resonar del silencio.
Nos encontramos, pues, aquí ante nosotros con una variada y original muestra escultórica muy estimable en su carácter absolutamente novedoso y conseguida, tras diversos procesos de tratamiento técnico, en una compleja labor de preparación de los materiales endurecidos de las piezas, utilizados por vez primera en esta actividad creadora, que han ido tomando sorprendentes formas resultantes adoptadas de la experiencia plástica del autor y de su singular inspiración.
En este sentido se ha expresado el autor resaltando que durante años “trabajé como diseñador gráfico eligiendo papeles y materiales con el fin de conseguir las mejores publicaciones. Siempre me he sentido asombrado por lo maleables y frágiles que son estos materiales y como se convierten, después de tratarlos, en elementos fuertes y duros permitiéndome realizar piezas duraderas en el tiempo. El proceso de realización es complejo y de mucha paciencia, pero me gusta el resultado final, lo que para mi es fundamental para seguir haciéndolas”. No hay duda de que todas estas obras que se nos presentan referidas a un mundo imaginario de imprecisión figurativa y, en determinadas piezas, de una sugestiva identidad de esencial apariencia surrealista, en esta exhibición ofrecen una harmónica visión expositiva de su diversidad. Casi me atrevería a destacar que transmiten la novedad de los logros de un signo salvador en medio de la actual y reiterada monotonía.
El filósofo Federico Hegel dejó escrito que “revela el artista en el objeto formado por su genio la verdadera personalidad, que debe ser como el foco viviente donde se forma y desenvuelve la obra de arte en su total naturaleza, como, en general, en todo pensamiento y en todo acto de la vida, la verdadera libertad deja reinar la fuerza que constituye el fondo de todas las cosas”. En ese logro de libertad creadora el artista estudia y construye las figuras y los objetos desde una difícil realidad vagamente definida en la que el receptor o observador percibe las formas y actitudes corporales sin una clara precisión figurativa, porque el escultor prefiere destacar lo que podríamos denominar la actitud de la gestualidad corporal, y su impacto presencial, que detenerse en un detallado figurativismo realista, puesto que en esta nueva modalidad plástica en la que trabaja, representa unha ruptura estética y materialística con todo lo que se ha venido haciendo hasta la actualidad por los incontables caminos recorridos por el arte escultórica.
Esta serie de insólitas piezas, que Radu hoy nos está a exhibir, abarca, en su mistérica variedad abierta a la intuición, una galería de múltiples percepciones para cada unha de las personas visitantes, según su distinta sensibilidad imaginativa. Es decir, entre el autor y aquellos que las perciben se establece un diálogo silente desde la contemplación.
SALVADOR GARCÍA-BODAÑO
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